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jueves, 23 de febrero de 2023

Situación confesional europea a finales del siglo XVI

 Introducción:



      En el siglo XV comenzó en Europa lo que hoy conocemos como Renacimiento. Ese renacer, que tomaron, de los valores culturales y artísticos de la Antigüedad Clásica. Los intelectuales que querían romper con aquellos patrones medievales, a los que juzgaban como oscurantistas e ignorantes, pero conservando la fe y por supuesto el dogma cristiano, tomaron como inspiración los valores antes citados. En la Europa del siglo XV, comenzó a cobrar fuerza una vieja idea Clásica, rescatada por los humanistas europeos del siglo XV, que asociaban la virtud moral, con una capacidad de buscar lucidamente hacer el bien, con las consecuencias que estas acciones del individuo tendrían sobre la sociedad en su conjunto. El uso de la razón ya no sólo generaba la moderación necesaria para evitar caer en la perdición a un nivel personal, como pensaban en la Edad media, sino que en si misma, podría contribuir a construir una vida virtuosa, tanto para los individuos como para la sociedad. Esta idea está relacionada con otra idea del mundo clásico, que era que la virtud se podía enseñar, y que una buena educación puede generar mejores personas y por lo tanto mejores ciudadanos. Esta es la idea central de la paideia (Antiguos griegos) y de la humanitas (Antiguos romanos), y también sería la idea que motivó al Humanismo renacentista. Esta idea de la que hablo se basa en que la concepción humana como algo esencialmente mejorable, pero sin llegar a la perfección, puede mejorar continuamente y ser conducido por el camino de la virtud, con una adecuada educación moral. Su preocupación por la virtud, por la ética o el amor, la dirigían hacia el hombre como centro del Universo, pero al mismo tiempo buscaron el consenso, porque en aquella época la cristiandad andaba alterada.


Exposición:

     Los humanistas y las escuelas influyeron en las ideas reformistas que se desarrollaron en el siglo XVI, proporcionando intelectualidad a los opositores a Roma. Desde los Hermanos de la Vida Común, estudiosos de los textos clásicos, hasta Erasmo de Rotterdam, gran humanista, quien perteneció a la orden de San Agustín, y defendía, en el terreno religioso, por un cristianismo en el que Cristo y no la Iglesia fuera la figura central, así como por un alejamiento de la creciente influencia del clero y de unas prácticas populares llenas de supersticiones y de mucho fetichismo.

“La figura del Idiota, del aislado, del que se ha formado así mismo” (Nicolás de Cusa).

     La figura del Idiota, es aquel que se ha alejado de los estudios académicos habituales y es capaz de pensar sobre sí mismo. Nicolás de Cusa es una de las personas más importantes en el ámbito de la Iglesia, por lo tanto, la Iglesia sufre una reforma en el interior de sí misma, que pronto dará lugar a que los intentos reformistas sean más duros e intensos.

     La recuperación de la Cultura Clásica está motivada por tres propósitos, que son los que configuran el Humanismo:

     Por una parte, hay un intento de revitalización del cristianismo (las prácticas religiosas alejadas del espíritu evangélico primigenio), que va a provocar una vuelta a cierto tipo de estudios (Hay un pasado clásico en los estudios bíblicos). También hay que pensar en las formas de gobierno de las nacientes repúblicas italianas, sobre todo en el ámbito de la Toscana y Florencia, van a llevar a los primeros humanistas a leer a los clásicos de la política, sobre todo a los republicanos romanos y por último hay una intención filológica, porque esa vuelta, obligará a retornar a los antiguos estudios de las lenguas clásicas, y provocado por la caída de Constantinopla, entra en la península Italiana un grupo de maestros de griego, que permitió la lectura de textos originales e incluso de algunos textos que no se habían leído en lengua original (Aristóteles, Platón, Plotino, etc.).

      El papel de la Iglesia durante el desarrollo de la modernidad es muy ambiguo, porque por una parte ejerce de motor y también de mecenas y, por otra parte, a través de las encomiendas (“Impuesto del cielo”) o venta de indulgencias, para embellecer Roma y el Vaticano, provocará el cisma luterano. Esa ambigüedad de la que he hablado, viene porque la Iglesia tuvo que tomar posiciones muy duras (se va a convertir en un país), El Papa Alejandro VI (El Papa Borgia) inicia para el papado, la construcción de un territorio firme y un ejército poderoso.

     En el seno de la Iglesia hay una lucha donde se muestran las miserias, la corrupción, las contradicciones, la hipocresía que había en el siglo XVI, y que supuso un obstáculo al avance del pensamiento, que en parte estalló, por un lado, por la reforma de Martín Lutero en el año 1517 y por otra parte la inquisición intentó acabar y moldear a las personas que se intentaban levantar con ideas de transformación, o por lo menos con libertad en el pensamiento. Enfrentarse a la Iglesia es enfrentarse al poder ideológico de la época.

     La desprestigiada Iglesia Católica, desde el Papa hasta el último de sus clérigos, las prácticas religiosas cada vez más alejada del espíritu evangélico primigenio, el cisma de Aviñón, etc. Fueron la gota, que colmaría el vaso para que se pusieran ya en marcha diferentes iniciativas reformadoras, que ya habían comenzado a surgir en el siglo XIV.

     Con el apoyo de los príncipes y ciudades alemanas, la Reforma luterana había consumado la ruptura definitiva con la Iglesia Católica. Pero hay que tener en cuenta, que estos príncipes, eran conscientes de evitar una ruptura religiosa, que pusiese en peligro la situación de paz mantenida entre los territorios del Imperio. Y con este propósito se convocaron sucesivas dietas y debates teológicos en Marburgo en 1529, Augsburgo en 1530 y Ratisbona (1541), donde trataron de acercar posturas entre protestantes y católicos. Estos intentos no dieron su fruto, porque la situación política y militar que atravesaba el Imperio hacía imposible el acuerdo, y nada de ello pudo evitar la confrontación y la Guerra.

     La creación de la Liga de Smalkalda en el año 1531 representaba una primera unión militar de los príncipes y ciudades alemanas protestantes contra el poder imperial, cuyo número no dejó de crecer en los sucesivos años. Desde que se creara, hasta el año 1539, formaron parte de ella, numerosas ciudades y príncipes alemanes, a los que el emperador Carlos V acabó derrotando en la famosa batalla de Mühlberg en el año 1547. Pero, ni la victoria del emperador y tampoco la paz firmada en Augsburgo en 1555 lograron la reconciliación religiosa del Imperio. En este acuerdo de paz figuraba, entre otras condiciones, el reconocimiento del credo luterano, También se imponía el principio de territorialismo religioso según el cual cada príncipe y ciudad podía elegir su religión e imponerla a sus ciudadanos, que debían aceptarla sin más (cuius regio, eius religio).

     El Imperio se desangraba en los enfrentamientos religiosos de luteranos y católicos, pero cómo remate final, en el viejo continente fueron surgiendo otros grupos y movimientos religiosos que profundizaron aún más en la fragmentación confesional de Europa:

      Ulrich Zwinglio (1484-1531), uno de los primeros seguidores de Lutero, logró introducir la Reforma en la Confederación Suiza. Este reformista llevaría al límite algunos de los postulados fundamentales del luteranismo, como la idea de la predestinación del hombre y el rechazo a las imágenes, este movimiento logró una iglesia más organizada e independiente de los poderes políticos que la luterana. También surgieron otros movimientos que me resulta complicado de definir, algunos más radicales y otros más pacíficos (anabaptistas de Münster 1534-1535). Tenían en común un rechazo a la ortodoxia católica, un componente apocalíptico y también revolucionario. Los más revolucionarios, terminaron sofocándolos los poderes imperiales.

      También debo de mencionar la reforma Juan Calvino (1509-1564), instaurador de un culto más ordenado y una jerarquía eclesiástica más definida que la luterana. Llegó a implantar un resistente sistema religioso en la ciudad de Ginebra, donde las autoridades religiosas ejercieron un gran control sobre su comunidad, condenado y eliminando cualquier tipo de disidencia. Ante las dificultades políticas de la época, sus ideas llegaron a alcanzar una gran difusión, primero en Suiza y más tarde en Francia (hugonotes), Países Bajos y Escocia. Cada uno de estos grupos mencionados tenía sus propias particularidades.

      En las Islas Británicas, se llevó a cabo la Reforma Anglicana, iniciada por Enrique VIII a raíz de sus problemas con Roma y Carlos V, por su divorcio con Catalina de Aragón. Este caso fue muy distinto al resto, ya que los motivos que llevaron a la ruptura religiosa fueron políticos, y no tanto de índole religiosa. La Iglesia anglicana mantuvo muchos rasgos de la liturgia y doctrina católica, aunque hubo un distanciamiento del monarca inglés con respecto a la jerarquía papal. Con Isabel I acabaría por triunfar el anglicanismo tras la publicación en el año 1563 de los “Treinta y Nueve Artículos” base de la fe anglicana en los siglos posteriores.

      En Francia, las ideas humanistas, que, sobre todo, estaban representadas en la figura del humanista D’Etaples, favorecieron en cierta medida, las ideas reformistas. La imprenta jugó un papel importante, para que hasta territorio francés llegaran las obras de Lutero, pero más aún las ideas de Calvino, que propiciaron una mayor organización de la iglesia francesa. Tras las guerras de religión que en este territorio ocurrieron, acabaría, a finales de siglo, con el edicto de Nantes por el que se establecía los derechos de los protestantes.

     La reacción de la Iglesia Católica, ante esta situación, no se hizo esperar, porque vio impotente cómo la Reforma Protestante derribaba su hegemonía religiosa en Europa:


     La ruptura de la cristiandad en Europa, ya era un hecho, pero al menos intentó encontrar la manera de redefinir la ortodoxia católica y llevar a cabo una reforma que acabase con los males del estamento eclesiástico. Con este fin, se celebró el Concilio de Trento (1545-1563), donde se sentaron las bases de la definitiva reforma de la Iglesia, más conocida como la Contrarreforma o Reforma donde se reafirmaron los aspectos doctrinales más discutidos, ofreciendo a la comunidad creyente un dogma más claro y un poco más definido y se emprendió una profunda reforma moral e intelectual del clero reclamada por amplios sectores de la Iglesia desde hacía mucho tiempo. Estas reformas, la calificaron los protestantes como “Contrarreforma”.

     En 1563 el fin del Concilio de Trento dejó palpable las diferencias ideológicas y las intransigencias de unos y otros, pero configuró la organización de la Iglesia Católica, adoptando medidas moralizantes en el estamento eclesiástico y un mayor control de las creencias y prácticas religiosas, luchando contra cualquier desviación que pudiera producirse desde entonces, con el instrumento, de la Congregación del Santo Oficio.

     Lo que, si es cierto, que no podemos culpar a una determinada religión o a un individuo de los conflictos religiosos y políticos que ocurrieron durante el siglo XVI, porque nuevas fuerzas económicas, políticas y sociales ya habían entrado en escena, donde pugnaban por sus intereses, demoliendo a su paso, con sus disputas, los últimos pilares del Antiguo sistema. Por poner un ejemplo sobre lo comentado anteriormente:

     Con el desafío de Lutero a la Iglesia de la época con sus tesis, en Wittenberg, lo encumbró como la voz del pueblo, que no había sido escuchada hasta entonces, Lutero acabó convirtiéndose en el representante de todas las quejas de los menos favorecidos. Su actitud opuesta a la Iglesia, y que fue capaz incluso de presentarse ante el emperador Carlos V, para defender su postura, le hizo ganarse la admiración de su pueblo, que se reforzó más aún, cuando el Papa lo excomulgó y su posterior persecución por los altos poderes. Lutero se convirtió en un Mártir y pasó a ser admirado, e incluso a convertirse en un héroe. Esta actitud de Lutero como las ideas reformistas que, proclamaba, le consiguió seguidores dispuestos a pretender postularse con mayor o menor radicalidad frente a la Iglesia e incluso ante el Imperio.

     La postura de Carlos V de defender a la Iglesia convirtió aquel problema religioso en un conflicto político que comenzó con la defensa de Sajonia al propio Lutero al tiempo que los príncipes alemanes comenzaban a empatizar con las nuevas ideas humanistas. El conflicto político, también provenía de la resistencia de los príncipes alemanes a estar bajo el Yugo de una autoridad superior.

     El propio Imperio y la Iglesia subestimaron, lo que en un principio creyeron que eran simples disputas de frailes, acabó por convertirse, en una disputa política entre príncipes alemanes e incluso en un conflicto internacional.

     La Reforma Protestante propició una nueva relación entre el poder político y religioso que acabó cambiando o condicionando la posterior Historia europea.

     Las ideas reformistas no hubieran tenido el alcance que consiguieron de no ser por la invención de la imprenta en Maguncia, en el año 1439. Aquel invento propició la expansión del conocimiento y ayudó a la propagación de las nuevas ideas humanistas. Gran parte del éxito de Lutero estuvo en el apoyo que recibió de Lucas Cranach, quien le cedió sus prensas para imprimir la Biblia en alemán. Sin la imprenta las reformas de Lutero habían acabado como un grito en el desierto, por muy bello que fuera el lenguaje utilizado.

Conclusión:

      Sabemos que Lutero viajó al norte de la península italiana, conoció por ejemplo la Toscana y pienso que ahí se acabó formando este personaje y me explico: Por ejemplo, la importancia de ciertas familias del norte de Italia, como por ejemplo los Médicis, los cuales supieron aglutinar no sólo a los grandes artistas, sino también de atraer nuevas formas de pensamiento y reflexión, e incluso se enfrentaron a la propia Iglesia.

     Tampoco creo que los eclesiásticos de aquella época fueran un grupo de retorcidos y obsesionados, porque pienso que eran los hombres más formados de la época, ya que dominaban parte de las universidades, pero hay que tener en cuenta, que, en algunos momentos, al tomar posiciones doctrinales o ideológicas, tienen que ir en contra de su propio espíritu. Esto ocurrirá, ya en el siglo XVII con Galileo, ya que el mismo Papa había sido uno de sus discípulos, y este acabaría iniciando el expediente inquisitorial contra esta gran figura.

     El convulso siglo XVI marcó la situación religiosa de Europa para los siglos siguientes. A la crisis económica y social se unió también la religiosa. Desde Alemania, el protestantismo se extendió por toda Europa derivando en diferentes confesiones con mayor o menor solvencia, según el territorio. Tras años de guerras de religión, el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo, formarán a finales del siglo XVI, la nueva situación confesional, que también marcarían la nueva situación política. Se había fraguado una nueva mentalidad, también un nuevo mundo moderno que marcaría el futuro de la Historia.

Bibliografía y lecturas complementarias

-Ribot, Luis: La Edad Moderna (siglos XV – XVIII). Marcial Pons Historia (2019) 4ª Edición.

- Moisés González, Antonio Sánchez Fernández, Francisco Calero, Hugo Castignani y Jordi Claramonte: Renacimiento y Modernidad.

-Programa de radio de Ser Historia, con motivo del Quinto centenario de la Reforma de Lutero.


Un saludo de Viajero en el Tiempo.